“pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda. Y Caín se enojó mucho, y decayó su semblante. Entonces el Eterno le dijo a Caín:«¿Por qué estás enojado? ¿Por qué ha decaído tu semblante? Si haces lo bueno, ¿acaso no serás enaltecido? Pero, si no lo haces, el pecado está listo para dominarte. Sin embargo, su deseo lo llevará a ti, y tú lo dominarás.»”
Génesis 4:5-7

Las emociones están en nosotros para que las usemos como señal o alerta, en este sentido serán muy útiles, pues actuarán como una herramienta más, para vincularnos con otros y aprender a conocernos.

No obstante, son perjudiciales cuando nos atamos e identificamos a una emoción específica o conjunto de ellas.  Por ejemplo, al decir soy una persona triste y nos dejamos llevar por esto, eternizándonos en esta emoción, dejaremos que nos absorba y represente, permitiendo que sea ésta la que dicta nuestro comportamiento.

No desmerezcamos nuestras emociones, pero tampoco las elevemos a un sitial de mando, simplemente procuremos tenerlas presentes, conocerlas, ordenarlas, usarlas para aquello que han sido diseñadas por nuestro Dios.  Son un termómetro para medir nuestras reacciones.

Pero, si nos contaminamos con emociones que nos llevan a acciones negativas, malignas, rebeldes o groseras, entonces nuestro tesoro para la eternidad se verá corrompido y nuestra tranquilidad y paz se diluirá para dar lugar al malestar y a un abismo sin vida.  Este fue el caso de Caín, quien se dejó llevar por una emoción negativa, que le nubló el pensamiento y lo dominó.

Por supuesto, que la misericordia de nuestro Dios limpia, repara, perdona; pero dependerá de nosotros el cambio mental, que será necesario para despertar la conciencia de lo espiritual y así no permitir que se duerma, aletargue y se pierda.

Por tanto, poner nuestras vidas en manos del Eterno y trabajar en nuestra confianza y convicción, nos guiarán y ayudarán para que el control de nuestras decisiones y voluntad sean el timón para nuestra conducta.

No olvidemos que las emociones se contagian; por ello, trabajar en una conducta saludable, nos permitirá avanzar, crecer y dominar el mal con el bien.

 

¡Que nuestro Dios nos bendiga!

Ofrendas

Proverbios 3:9 
Honra a Dios con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;

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